miércoles, 4 de abril de 2012

Chile VI: Seno Ottway & Torres del Paine

De Santiago a Puerto Montt, 1.059 km. en un Opel Corsa básico que podría perfectamente habernos dejado tirados en Rancagua, literalmente, en donde ya anochecido, rozamos repetidas veces los bajos con las aristadas rocas salientes de aquella desagradable pista de regreso de las colonias de Tricahué (Cyanoliseus patagonus bloxami) en Río Los Cipreses. El carter aguantó de milagro. Podríamos también no haber llegado más allá de Nahuelbuta, donde no hubiera sido raro haber acabado despeñados, evitando los camiones madereros que cruzaban a gran velocidad en sentido contrario en las imposibles y estrechas pistas entre Angol y la entrada al parque. Más cómodos fueron el resto de conexiones por carretera, en unas autovías cómodas y bien cuidadas, incluso por los carabineros que nos recomendaron amablemente "levantar la zapatilla" (y hasta ahí puedo leer...).
Aún así, del total de 4.000 km. del país, habíamos recorrido la parte más cómoda, pero seguir en dirección sur exige mucha paciencia y pasar a recortadas y estrechas carreteras de montaña para no llegar más allá de Cochrane. A partir de allí, o bajas por Argentina, o no te quedan otras opciones que la marítima (con tiempo y ganas) o la aérea, que fue por la que nos decantamos nosotros en aquel noviembre de 2007. No llegamos a Cochrane, desde Puerto Montt volamos a Punta Arenas, donde vivimos un aterrizaje realmente tenso, con ataque de pánico incluido de una turista alemana, que salió corriendo por el pasillo gritando como poseida. En efecto, el piloto tuvo que repetir la maniobra de aproximación a la pista, aterrizando en el segundo intento casi de lado, empujada la nave por el fuerte viento racheado. Impresionante la pericia del capitán... Llueve, estamos a 4ºC. y el viento sopla con rachas de entre 80-100 km/h.
Tras la experiencia "Corsa" y en previsión de las pistas a Torres del Paine decidimos rascarnos el bolsillo y apostar por un 4x4. Paradójicamente, no hubiera sido necesario, los caminos están aquí en mejor estado que las difíciles pistas antes comentadas del más civilizado, a priori, norte.
Pingüinos Magellánicos (Spheniscus magellanicus). Pingüinera Seno Ottway. Punta Arenas. Chile.
De camino a Puerto Natales decidimos parar en la Pingüinera de Seno Ottway, a unos 65 km. de Punta Arenas. Fue una buena decisión, y no por los Pingüinos Magellánicos (Spheniscus magellanicus) sino porque las ralas praderas previas fueron de los más productivas, añadiendo un buen puñado de especies a nuestra lista. La primera especie en aparecer fue este Zorrillo Patagónico (Conepatus humboldti), aquí conocido también como Chingue. A plena luz del día, entre el herbazal, mantenía una actitud en extremo confiada, quizá seguro de las fétidas secrecciones de sus glándulas anales. Desconozco la explicación que puede tener su nombre científico, pues que yo sepa, Humboldt, el gran naturalista alemán, nunca llegó tan al sur en su viaje a sudamérica, no bajando más allá de Perú.
Zorrillo Patagónico (Conepatus humboldti). Pingüinera Seno Ottway. Punta Arenas. Chile.
Ya en la playa, donde los Pingüinos dedican unos minutos a su cambio de medio (del acuático al terrestre), algunos reposando sobre los guijarros parecen recuperar temperatura ó quizá sintetizar alguna vitamina con baños de sol, otros se acicalan, eliminando quizá el exceso de sal de sus cuidadas plumas, todos descansan. Tras estas labores apeonan hacia sus huras, ubicadas sobre unas verdes praderas. Pero antes han de cruzar pequeños regatos de agua dulce, donde aprovechan a completar el cuidado de su plumaje. A lo largo de la linea de costa, un Abanto Marino Antártico (Macronectes giganteus) patrulla derivando barlovento sobre los grupos de pingüinos en busca de alguna oportunidad de fácil pitanza.
Pingüinos Magellánicos (Spheniscus magellanicus). Pingüinera Seno Ottway. Punta Arenas. Chile.
Pingüinos Magellánicos (Spheniscus magellanicus) de camino a sus huras. Pingüinera Seno Ottway. Punta Arenas. Chile.
En las planicies de acceso previo a la pingüinera, un ambiente estepario nos permitió anotar Ñandú Petizo (Pterocnemia pennata), Chorlitejo Malvinero (Charadrius falklandicus), la común Dormilona Carinegra, aquí llamada "tontita" (Muscisaxicola maclovianus), la Dormilona Fraile (Muscisaxicola flavinucha), de inconfundible nuca ocre y continuo movimiento vertical de su cola, por destacar sólo algunas. A mi, las dormilonas me recordaban a una especie de híbrido ente nuestras collalbas y bisbitas, pero no me atrevía a decírselo a Santi... Y acosando a las Dormilonas y otros pajarillos esteparios, varios Aguiluchos Vari (Circus cinereus) de estéticos vuelos a favor del viento, invisible atalaya desde la que exploraban sistemáticamente la pradera patagónica, aprovechando cualquier pequeña depresión del terreno para sorprender a sus inocentes víctimas. Pero si queremos destacar en particular una especie observada en Seno Ottway, estamos obligados a recordar al último Pilpilén que nos quedaba por observar de entre las tres especies chilenas de este género (ver Chile II: Quintero): estamos hablando del Ostrero Magallánico (Haematopus leucopodus), aquí conocido como Pilpilén Austral.

Tras esta productiva visita, seguimos directos a Puerto Natales, donde llegamos ya anochecido. La luz nos abandonaba, pero no así el viento, que no nos dejó en ningún momento hasta nuestro regreso a Santiago, varios días después.
Al día siguiente tocaba el plato fuerte de Chile: Torres del Paine. A pocos kilómetros de salir en dirección a esta maravilla escénica pudimos comprobar lo frecuente que es aquí el Cóndor Andino (Vultur gryphus), al que vimos no menos de en diez ocasiones en una jornada. No podía empezar de mejor modo nuestra aproximación a esta mítica reserva, salvo por el viento, que seguía soplando con rachas que se hacían muy molestas por momentos.
Cóndor Andino (Vultur gryphus). Puerto Natales. Chile.
Posiblemente las dos carroñeras más frecuentes en estas latitudes: el Cóndor Andino (Vultur gryphus) y el Caracara Carancho (Polyborus plancus), tres en la foto. Puerto Natales. Chile. Foto: S. Villa.
1 adulto y 3 juveniles de Cóndor Andino (Vultur gryphus) apuran una carcasa en las proximidades de Puerto Natales. Chile. Foto: S. Villa.
Fundimos tarjetas de memoria en este Parque Nacional, casi siempre por sus paisajes, con alguna que otra sorpresa y una gran frustración: pese a dejarnos los ojos en todo corriente de aguas rápidas, no pudimos ver el Pato Torrentero (Merganetta armata), aquí conocido como Pato cortacorrientes, nombre que hace referencia a su fascinante modo de enfrentarse a los cursos de aguas rápidas propias de la alta montaña.
Cuernos del Paine, en el centro de la imagen. Torres del Paine. Chile.
Inicio del sendero "ruta de la W", que permite atacar las míticas Torres del Paine, en la foto al fondo, enmarcadas en la estructura metálica del puente. Chile.
Casi todo el mundo sabe que actualmente existen 4 especies de Camélidos en Sudamérica. Lo que no es tan conocido es que la Llama (Lama glama) fue desarrollada por el hombre del Guanaco así como la Alpaca (Vicugna pacos) lo fue de la salvaje Vicuña (Vicugna vicugna). Así pues, originalmente sólo existian dos especies. De lo que no cabe duda es que, de entre todas, la especie de más amplia distribución es el Guanaco (Lama guanicoe) y aquí en Torres del Paine es muy común, formando amplias manadas.
Guanaco (Lama guanicoe), muy común en Torres del Paine. Chile.

Paramos en la Hospedería Grey, junto al glaciar del mismo nombre, a degustar una "Colonos", reconozco que un poco asqueados del fuerte viento que casi no nos permitía ni caminar en senderos expuestos. En el parking, el jardinero nos prestó un taburete para acercarnos algo más a estas confiadísimas Cachañas (Enicognathus ferrugineus) que en buen número se alimentaban despreocupadas y ruidosas de los brotes tiernos de las Lengas (Nothofagus pumilio).
Cachaña (Enicognathus ferrugineus) alimentándose de Nothofagus pumilio. Torres del Paine. Chile.
Glaciar y lago Grey. Torres del Paine. Chile.
Huemul del Sur (Hippocamelus bisulcus). Torres del Paine. Chile.
Una de las sorpresas de nuestro paseo por Torres del Paine fue el raro y escaso Huemul (Hippocamelus bisulcus). Curioso pensar que poco después de abandonar la intensa búsqueda del Pato Torrentero, abatidos por nuestra mala fortuna, nos topamos de bruces con este cérvido en peligro de extinción, del que se calcula una población no superior a 3.000 ejemplares, la mayoría de ellos en Chile.
Cuernos del Paine y Lago Pehoe. Torres del Paine. XII Región de Magallanes. Chile.
Quedarse a pasar la noche en Torres del Paine hubiera sido la mejor opción, pero las hospederías ubicadas en el interior del parque son carísimas, así que regresamos con dignidad a nuestro económico hostal en Puerto Natales...
Una sorpresa a los postres: Un Pilpilén confia en su mimetismo en plena estepa patagónica, donde sorprende ver criar a un ave de hábitos tan costeros.
Si no me canso de decir aquello de que "abandonamos Torres del Paine pensando, siempre se debe pensar, en volver algún día". En este caso añado que "mal se me tiene que dar" para no volver con mis hijos cuando tengan edad de reconocer la salvaje belleza de estos parajes sin par. Unos días antes de escribir esta entrada, Torres del Paine sufrió un tremendo incendio que calcinó buena parte de su inusual belleza. Desconozco el alcance detallado del incendio, pero espero poder sorprenderme en un futuro con la capacidad de regeneración de la naturaleza, quizá sea demasiado inocente, pero me gusta pensar que la vida se abre camino y casi cualquier estadio de regeneración vegetal tiene sus aspectos de interés. En cualquier caso, de lo que si estoy seguro es que cuando la humanidad sea sólo un recuerdo arqueológico en este castigado planeta azul, Torres del Paine seguirá brillando con luz propia, aunque entonces sin nadie para escribir unas lineas de reconocimiento a su belleza...

2 comentarios:

  1. Bestial la foto del Glaciar y del lago Grey.

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  2. Tenía alguna otra de los pedazos de glaciar llegando a la playa con el glaciar al fondo, al final opté por esta. Gracias por el comentario.

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