martes, 14 de octubre de 2014

Serapias

Todavía quedan algunas carreteras secundarias por las que da gusto conducir despacio, no por el riesgo de una multa, sino por el simple placer de asistir a una primavera deslumbrante, como la bien regada del pasado mayo en las arribes del Duero: tupidas cunetas cuajadas de flores, apretados setos vivos sobre muros de piedra mixta, a veces de granito o esquistos y otras de pizarra, lachas divisorias para dar solidez al muro o para permitir un coqueto paso de ganado, praderías densas, perfectas alfombras verdes sin el desgaste al que estamos acostumbrados en otras partes, quizá demasiadas, con alta presión ganadera, movimiento de mariposas, fugaz paso de pájaros... Por estas carreteras tienes la continua impresión de que en cualquier momento saltará un despistado animal que evitar para que no acabe bajo tu neumático exterminador... otro motivo para ir despacio.

Aquella mañana, camino del mirador de La Code, acercamos como pudimos nuestro coche al arcén, evitando frenar con demasiada brusquedad, intentando que mi primera intención no se convirtiera en acción, que me hubiera llevado a frenar en seco, al ver un prado repleto de flores: sin saber de qué especie se trata, sabes que para ti es tan especial como puede ser para un zoólogo la descripción de una nueva especie para la ciencia.

En la península tenemos un buen número de serapias, de las que posiblemente las dos más frecuentes sean la S.lingua y la S.cordigera. La primera, la de labelo en forma de lengua, la tengo bien localizada en mi patria chica: la sierra del Guadarrama, la segunda, la de labelo en forma de corazón (cordiforme, de ahí su nombre) e inflorescencia densa, es la protagonista de esta entrada, la que decoraba un prado que daba gusto verlo.

Prado de Serapias cordigera. Arribes del Duero. Salamanca.

Serapias cordigera camino de abrirse del todo. Arribes del Duero. Salamanca.

La floración es múltiple y densa, aunque variable, tanto que a veces parecen especies distintas, como se puede ver en las dos fotos siguientes.
Serapias cordigera. Arribes del Duero. Salamanca.
Serapias cordigera. Arribes del Duero. Salamanca.

Entre todas, tuvimos la suerte de encontrar este ejemplar albino.
Serapias cordigera. Arribes del Duero. Salamanca.

Y así, recordando a Serapis, aquel dios griego dedicado a los placeres de la carne y que da nombre a este género (se consideraba que las orquídeas tenían poderes afrodisiacos), continuamos hacia otro mirador, pero como fotos de esas hay un montón por la red, no me molesto en colgar otra.

Y para facilitar la tarea de comparación, aquí las S. lingua de El Boalo!

Serapias lingua. El Boalo. Sierra del Guadarrama. Madrid.

Serapias lingua. El Boalo. Sierra del Guadarrama. Madrid.

Serapias lingua. El Boalo. Sierra del Guadarrama. Madrid.