lunes, 30 de enero de 2012

Tanzania IV: Ngorongoro


Pintada Común (Numida meleagris)

Decir Ngorongoro es decir mucho, sería más apropiado decir Crater del Ngorongoro -la caldera intacta más grande del mundo de un volcán inactivo no inundado-. Una montaña del tamaño del Kilimanjaro colapsó y explotó, dejando el actual crater. Sólo pensarlo, estremece. Algunas de las piezas arrojadas por el volcán están diseminadas por el Serengueti en forma de kopjes.
La Zona de Conservación de Ngorongoro es un territorio protegido de 8.288 km² (mayor que la Comunidad Autónoma de Madrid), de los que sólo unos pírricos 264 km² (18x21km.) ocupan el propio cráter, la zona que visitamos. De ahí que, decir que visitamos el Ngorongoro habiendo sólo recorrido el 3% de su territorio, pues es mucho decir... Es difícil hacerse una idea de que, en sólo 18 km. se puedan concentrar hasta 25.000 animales con representación de casi todas las especies que asociamos a la sabana africana, excepto jirafas y cocodrilos como ausencias más destacadas. Sus paredes tienen entre 400 y 600 metros de altitud y este gradiente altitudinal junto con las formas del terreno permiten el desarrollo de una variada vegetación diferencial según te adentras en el cráter: desde la propia de alta montaña en el borde, pasando por bosques tropicales en sus laderas, donde se pega la niebla hasta que la insolación de media mañana la disipa ó en otras orientaciones y a menor altitud, los más secos bosques de Euphorbias. Finalmente, la sabana herbácea del fondo con su lago salino, el "Magadi" y encharcamientos tan interesantes como Mandusi, arroyos, praderas húmedas ó el bosque Lerai, donde destacan las Acacias de corteza amarilla (Acacia Xanthophloea) entre otras especies. Toda esta diversidad de biotopos ofrece numerosas oportunidades para las aves y las primeras observaciones no se hicieron esperar. La más tempranera, primera observación del día, un Busardo Augur Oriental (Buteo augur ¿rufofuscus?) que cicleaba, todavía entre la niebla, sobre los poblados Masai en el bordel del cráter, antes de comenzar el descenso al mismo. Tras él, un Cuervo Cuelliblanco (Corvus albicollis) le hostigaba sin descanso.
Bosque laxo de Euphorbia bussei en las laderas del cráter, destacando el ejemplar que se ve a la izquierda, en primer término. También se observa en la zona, hacia el páramo superior, la más popular E. candelabrum. Los antílopes que se observan en la imagen pertenecen a la especie Alcelafo ó Búbal "Kongoni" (Alcelaphus buselaphus cokii).
En el cráter se encuentra una población sedentaria de Ñú Azul (Connochaetes taurinus). La alta disponibilidad de alimento en el cráter hace innecesaria la popular migración para los aquí residentes.

Ñú Azul (Connochaetes taurinus). Cráter del Ngorongoro. Tanzania.
La explicación más extendida sobre la etimología del Ngorongoro que he encontrado en publicaciones y leído en internet (donde el copy-paste es un acto muy extendido) es que se traduce como "Lugar frío". Yo me quedo con la explicación que nos dió nuestro guía: según él, Ngorongoro es la onomatopeya del ruido que hacen los cencerros de las vacas masai. El mineral con el que se fabricaban esos cencerros se extraía de aquí.

Facóquero Común (Phacochoerus africanus). Cráter del Ngorongoro. Tanzania.

De entre las gacelas, la Gacela de Grant (Gazella granti) es de las grandes, no tan fina y delicada como la más común y abundante Gacela de Thomson, por ejemplo. En el cráter forma grupos no muy numerosos pero, aunque parecía compartir manada con ñúes y cebras, mantenía las ditancias con estas.
Gacela de Grant (Gazella granti). Ngorongoro. Tanzania.
Las diferencias entre las capas de las cebras son, como se puede observar en esta fotografía, notables. De hecho, no hay dos iguales, siendo sus rayas como sus huellas dactilares, identificándolas de forma única. Cebra Común (Equus quagga). Cráter del Ngorongoro. Tanzania.
Rinoceronte Negro (Diceros bicornis). Cráter del Ngorongoro. Tanzania.
Una de las especies más buscadas aquí es el escaso Rinoceronte Negro (Diceros bicornis). Fue uno de los momentos estrella de esta visita al "ZOO", que es como llaman aquí al Ngorongoro los guías. Si os he de ser sincero, más allá de la dramática situación por la que pasan especies como esta, perseguidas por la ignorancia y estupidez humanas, lo que más me llamó la atención es verlo en campo abierto. La diferencia adaptativa más notoria con el Rinoceronte Blanco (Ceratotherium simum) es que mientras este último es un pastador -su labio más ancho y recto está diseñado para ello-, en el caso del R.Negro el labio inferior es prensil, ganchudo, más adaptado al ramoneo que al pastoreo. En cualquier caso, poder ver a un animal así, en su medio, un animal que representa la lucha por la conservación de las especies y pariente de especies similares que poblaron la tierra en el cenozoico, es todo un lujo. Espero que este lujo pueda ser compartido por muchas generaciones posterior a la mia...
Y volvamos a las aves, que ya toca. La pauta general es la confianza, una confianza extrema. Desde la Pintada Común (Numida meleagris) de la foto superior, que se comportaba como una mansa gallina, pasando por hasta dos ejemplares de esta esteparia, la Avutarda Kori (Ardeotis kori), -una de las aves voladoras más pesadas que existen junto a nuestra Avutarda (Otis tarda) y al Cisne Vulgar (Cygnus olor)- que no se alejaba a nuestro paso.


Avutarda Kori (Ardeotis kori). Cráter del Ngorongoro. Tanzania.
Aunque hablando de exceso de confianza: ¿Cómo llamar a un ave que te quita la comida de la mano (literal)? Una pareja de Milanos Negros "parasitus" (Milvus migrans parasitus) -observad el pico completamente amarillo- se avalanzaba con increíbles cambios de dirección sobre los picnics de los turistas que apuraban sus meriendas en el área del ngorongoro, donde se concentra a los visitantes para este fin. Obviamente, esto supuso una gran oportunidad para intentar la fotografia de esta bonita especie.

Milano Negro "parasitus" (Milvus migrans parasitus). Cráter del Ngorongoro. Tanzania.
¿Y qué opináis de esta Águila Rapaz (Aquila rapax)? Posada a menos de diez metros sobre una pequeña roca (salvo en pequeños rodales boscosos, el ngorongoro es una llanura herbácea en su mayor parte).
Águila Rapaz (Aquila rapax). Cráter del Ngorongoro. Tanzania.
Pero el mayor número de observaciones de aves lo registramos en torno a los aguazales, pozas y arroyos y marismas del cráter.
Ibis Sagrado (Threskiornis aethiopicus), encarnación de un dios para los antiguos egipcios. Cráter del Ngorongoro. Tanzania.


Flamenco Enano (Phoeniconaias minor). Cráter del Ngorongoro. Tanzania.
Flamenco Enano (Phoeniconaias minor) en su característica posición invertida de alimentación. Esta especie consigue separar, con sus densos y eficientes filtros, células de cianofíceas y diatomeas, de diámetros de entre 0,02 y 0,1 mm. Esta superespecialidad, unida a la propia de ser la única familia aviar capaz de alimentarse en lagos hipersalinos y caústicos, le ofrece una oportunidad única, pues se reserva una fuente de alimento sólo apta para si y de este modo consigue las cifras de millones de individuos que las han hecho tan famosas.
Avefría Lugubroide (Vanellus melanopterus). Cráter del Ngorongoro. Tanzania.
Tántalo Africano (Mycteria ibis). Cráter del Ngorongoro. Tanzania.
Pelícano Vulgar (Pelecanus onocrotalus). Cráter del Ngorongoro. Tanzania.
En las proximidades del Lago Magadi, tres Chacales Dorados (Canis aureus) mordían a desgana los restos casi momificados de una carcasa indefinida. Las Hienas Manchadas (Crocuta crocuta) no andaban lejos.
Chacal Dorado (Canis aureus). Lago Magadi. Cráter del Ngorongoro. Tanzania.
Hiena Manchada (Crocuta crocuta). Cráter del Ngorongoro. Tanzania.

Loco por las aves!: En esta foto, el 90% de la gente ve Hipopótamos y sí, también Cebras. Yo veo a los simbióticos a veces y otras parásitos Picabueyes Piquirrojos (Buphagus erythrorhynchus). Estas aves se alimentan sobre sus "transportes" de todo tipo de insectos y garrapatas molestos para sus huéspedes, pero no desdeñan la sangre que brota cuando una garrapata es arrancada e, incluso, mantienen heridas deliberadamente abiertas para alimentarse de la sangre. Así es la dualidad de su comportamiento: mutalista a veces, parásito otras. Frente a los Hipos tumbados correteaban, junto a las más comunes Cigüeñuelas, una pareja del bonito e inquieto Chorlitejo Pecuario (Charadrius pecuarius). De nota si lo véis! No muy lejos vimos el único Ganso Espolonado (Plectropterus gambensis) del viaje y otra especie de Avefría, la Coronada (Vanellus coronatus).
Hipopótamo común (Hippopotamus amphibius). Mandusi swamp. Cráter del Ngorongoro. Tanzania.
Las visitas al cráter están absolutamente reguladas, permitiéndose un circuito circular con entrada y salida en distintos puntos. A la salida se atraviesa el bosque Lerai, refugio de los Leopardos (Panthera pardus) y los Elefantes más longevos del Ngorongoro. Con la bonita luz de tarde, nos encontramos con un grupo de Monos "Vervet" (Chlorocebus pygerythrus), muy comunes en toda Tanzania.

Fue un día, un sólo día muy intenso, de los inolvidables, de los que marcan. Dejamos Ngorongoro pensando, siempre se debe pensar, en regresar algún día.
Grulla Coronada Cuelligrís (Balearica regulorum). Versión "artistic". Dedicada al gran Oriol Baena. Cráter del Ngorongoro. Tanzania.

miércoles, 25 de enero de 2012

Tanzania III: Lago Manyara

Pelícano Común (Pelecanus onocrotalus). Hipo Pool. Lago Manyara. Tanzania.

Los medios húmedos tuvieron mucho que ver con mi primer viaje a la anhelada África (ver Delta del Okavango I y siguientes). A lo largo de la falla del Rift -que recorre de norte a sur 5.000 km. y cuyo desarrollo desgajará África, permitiendo la entrada de agua salada que inundará el valle del Rift-, se han formado numerosos lagos, siendo más famosos quizá los keniatas, como el Bogoria, el Naivasha ó el Nakuru ¿quién pudiera visitarlos todos?. Sin embargo, Tanzania también tiene su representación, como el Natrón ó este que visitamos por su proximidad en nuestra ruta hacia el crater del Ngorongoro: El lago y Parque Nacional de Manyara. El sólo hecho de contemplar la falla y pensar en su extensión y lo que, a efectos geológicos supone, es ya, de por si, motivo más que suficiente para vivir con intensidad su visita. La falla es, en efecto, uno de los accidentes geológicos observables desde la luna. Si, además, le sumas la variedad y cantidad de especies que se pueden observar en el parque, su visita se hace inexcusable.
El parque es famoso por sus leones trepadores de árboles y por la alta densidad de animales por kilómetro cuadrado, la más alta del mundo, según algunos. En la entrada oeste, la más próxima a los imponentes acantilados de más de 600 metros que constituyen la falla del Rift, se desarrolla un exhuberante bosque húmedo. Su existencia se debe a las aguas filtradas desde las fisuras de la falla y que vierten en múltiples arroyos al lago, algunos de ellos permanentes.
Mono Azul ó Cercopiteco de Diadema (Cercophitecus mitis).
La primera especie en ser detectada fue el tímido Cercopiteco de Diadema (Cercophitecus mitis). La observación fue toda una agradable sorpresa pues el Lago Manyara es el único sitio de los circuitos del norte de Tanzania donde es posible observar a esta especie. El individuo de la foto vigilaba fijamente a su peor pesadilla: El Águila Coronada (Stephanoaetus coronatus), potente rapaz que tiene como principales presas a monos de mediano tamaño como estos ó los más populares Monos "vervet" del género Chlorocebus, que también vimos aquí. En cuanto a rapaces, junto a la Coronada, Manyara nos regaló avistamientos tan notables como la Culebrera Sombría (Circaetus cinereus) ó la mítica dueña y señora de los Kopjes: el Águila Cafre (Aquila verreauxii), también conocida como Águila de Verreaux. Las tres en las proximidades de los acantilados del Rift.

Imponente Águila Coronada (Stephanoaetus coronatus). Lago Manyara. Tanzania.
En Manyara no hay que preguntar quién tiene la prioridad de paso. Es obvio.
Una imagen del exhuberante bosque a los pies del acantilado que supone la falla del Rift. P.N. Lago Manyara. Tanzania.
Elefante Africano (Loxodonta africana). Lago Manyara. Tanzania.
Antes de abandonar el bosque, un numeroso grupo de Papiones Oliva (Papio anubis) que se alimentaban de los higos maduros de un Sicomoro (Ficus sycamorus), nos entretuvo con sus correrías jerárquicas y nos ofreció imágenes tan tiernas como esta.

Papión Oliva (Papio anubis). Lago Manyara. Tanzania.
Como hemos comentado en el primer post sobre Tanzania, aquí vimos hasta ocho especies de Calaos (también llamados Tocos), siendo Manyara el de mayor diversidad entre estos.
Toco Piquinegro (Tockus nasutus). Lago Manyara. Tanzania.
Macho de Toco Piquinegro (Tockus nasutus) sobre Acacia Amarilla (Acacia Xanthophloea). Lago Manyara. Tanzania.
Toco Coronado (Tockus alboterminatus). Lago Manyara. Tanzania.
Hembra de Toco Cariplateado (Bycanistes brevis). Lago Manyara. Tanzania.
Macho de Toco Cariplateado (Bycanistes brevis). Lago Manyara. Tanzania.
Una vez dejas el bosque, se abre ante la vista una extensa sabana arbolada que deja tras de sí, el lago Manyara, al fondo.
Lago Manyara. Tanzania.

Sin embargo, antes de alcanzar la sabana, el ecotono que se establece en el límite del bosque nos deparó uno de los mejores momentos del día, destacando este nido de Jabirú Africano (Ephippiorhynchus senegalensis), una de las aves más elegantes de África que únicamente comparte género con un ave asiática y la presencia de varias especies de "Barbudos" ó hasta un sanguinario Alcaudón Fiscal (Lanius collaris).
Nido de Jabirú Africano (Ephippiorhynchus senegalensis). Se observa, al menos, un pollo echado en el nido. Lago Manyara. Tanzania.
Barbudo Capuchino (Trachyphonus darnaudii). Manyara. Tanzania.
Este Barbudo Cabecirrojo (Trachyphonus erythrocephalus) no podía conciliar el sueño por el repetitivo sonido del obturador de mi cámara. Manyara. Tanzania.
Y también en el borde del bosque nos tomamos con el ubiquista y confiado Dik-dik de Kirk (Madoqua kirkii). Este atípico antílope de nombre onomatopéyico y del tamaño de un Gato Montés grande, nos salió al paso y se plantó frente a nosotros esperando nuestra reacción. ¡Parece un antílope de juguete!. En el primer plano de la cabeza, se puede ver claramente la glándula preorbital que segrega un líquido oscuro y viscoso (feromonas) y con el que marca su territorio impregnando tallos con sus secrecciones para así informar de su estado a otros congéneres. Esta especie la pudimos observar repetidas veces, siempre asociados al matorral.



Macho de Dik-dik de Kirk (Madoqua kirkii). Lago Manyara. Tanzania.
En el bosque de ribera de un pequeño arroyo tributario del lago Manyara, un grupo de Golondrinas Abisinias (Cecropis abyssinica) se soleaban en cortos descansos tras los habituales vuelos de caza a ras del agua, posiblemente en pos de alguna eclosión tipo "efímeras". En ese mismo punto vimos el primer ejemplar de Avemartillo (Scopus umbretta) del viaje.
Golondrina Abisinia (Cecropis abyssinica). Manyara. Tanzania.
Alción Cabeciblanco (Halcyon leucocephala). De entre los martines pescadores, en África son abundantes los Alciones, muchos de ellos de hábitos más terrestres que acuáticos, lo que les ha valido el apelativo de martines cazadores. Manyara. Tanzania.
En los conjuntos de roca próximos al acantilado, se refugiaban estos Damanes del Cabo (Procavia capensis), singular especie emparentada con el elefante y de molares similares al rinoceronte, además de ser una de las presas más frecuentes del Águila Cafre (Aquila verreauxii).

Ya en las proximidades de la orilla del lago, cruzó ante nosotros este oportunista Chacal de Lomo Negro (Canis mesomelas).
Chacal de Lomo Negro (Canis mesomelas). Lago Manyara. Tanzania.
Alcanzamos la orilla en un punto conocido como Hippo Pool y desde el que no dejamos de sumar especies a nuestra particular lista de aves tanzanas: Pelícano Común (Pelecanus onocrotalus), Pelícano Rosado (Pelecanus rufescens), Ibis Sagrado (Threskiornis aethiopicus), Avefría Armada (Vanellus armatus), Espátula Africana (Platalea alba), Pato Crestudo (Sarkidiornis melanotos), Ganso del Nilo (Alopochen aegyptiacus), Ánade Piquirrojo (Anas erythrorhyncha) ó el para mi más interesante, el bonito Chorlitejo Tricollar (Charadrius tricollaris), etc.
Avefría espinosa (Vanellus spinosus). Lago Manyara. Tanzania.
Dejamos Manyara en dirección a otra grandeza geológica: El crater del Ngorongoro...

domingo, 22 de enero de 2012

Tanzania II: Tarangire


Jirafa Masai (Giraffa camelopardalis) en Tarangire. Tanzania.
7 vértebras cervicales, sólo siete, como todos los mamíferos (excepto manatíes y perezosos). Cuando un adulto suelta una gilipollez y tú eres un niño de 12 años, te lo crees sin la más mínima duda. Cierto que no tienes argumentos para rebatirlo, y el principio de autoridad cae sobre una losa sobre cualquier atisbo de escepticismo infantil. Además, parece hasta lógico, como lógico parece que la tierra no se mueva. Así que, crecí creyendo que las jirafas tenían 10 vertébras en su cuello, ni más ni menos. La Jirafa (Giraffa camelopardalis) se presta a los muchos mitos que sobre ella se han escrito. El bicho se las trae: cuello largo, desgarbada, apariencia de torpe...
Para dirimir cuestiones de este tipo, interesantes aspectos de la biología evolutiva, tuve la gran fortuna de leer al malogrado Stephen Jay Gould. En "El Pulgar del Panda", S.J. Gould expone de forma muy didáctica -como siempre- las homologías. Por poner otro ejemplo, también me viene a la memoria cómo, en uno de los capítulos de la serie "La vida en la Tierra" (Life on Earth) titulado Temas y Variaciones, el gran D.Attenborough trató, si acaso de forma más divulgativa, las homologías. Si hago estas referencias es porque no hay nada como poder aproximar cualquier tema sobre una base razonada bien explicada, así evitas tener que asumir, por jerarquía, autoridad ó tradición, afirmaciones sin sentido. Las homologías ayudan a entender la evolución. Muestran cómo, partiendo de un "modelo", evolucionan variaciones adaptativas diversas, pero sin abandonar el modelo original. Si, por convergencia evolutiva, se alcanza un órgano con la misma función que otro evolucionado de forma independiente, se conoce como analogía.

Una de las ilustraciones más comunes para explicar las homologías.
Las vértebras cervicales de la Jirafa pueden ser más largas que las de cualquier otro cordado, pero siguen el patrón de los mamíferos y son siete (en el caso de otras vértebras la cosa se complica). Para mi, la jirafa siempre me ha resultado uno de los animales más originales de la sabana, sino el que más, y sin duda uno de los más darwinistas... (¿cuántas veces es nombrada como ejemplo de la selección natural?). En Tarangire pudimos tener una buena dosis de encuentros con estos rumiantes, de los más exquisitos (por lo selectivos que son con la comida) de África.

Turaco Enmasacarado (Corythaixoides personatus).
¡Work Harder!, ¡Drink Lager! si, si, las tórtolas africanas saben inglés. Sólo dos cortas frases, pero que valen para todo el día. Por la mañana, bajo el sol abrasador tanzano, en los tendidos de la luz, cómodamente posadas, ajenas a la implacable insolación, indiferentes a la extrema sequedad de junio en Tarangire, se mofan de los peones camineros en sus trabajos de mantenimiento en estas descuidadas carreteras diciendo insistentemente Work Harder, Work Harder (trabaja más duro). Pero al terminar la jornada, y llegado el momento de tomar unas cervezas antes de retirarse, igual de repetitivo, continúan las tórtolas con su Drink Lager, Drink Lager (bebe cerveza rubia). Tienen guasa... Me hubiera gustado ilustrar este comentario con las fotos de una Tórtola de El Cabo (Streptopelia capicola) que fotografiamos aquella fria mañana de junio, cuando abandonamos el lodge en dirección al lago Manyara y que nos recordó esta anécdota Sudafricana. En su defecto, os dejo aquí otra foto de un ave para mi de gran simpatía y que, como la tórtola, también tiene un rasgo que le confiere una personalidad especial. Se trata de este Turaco Enmasacarado (Corythaixoides personatus), conocido en inglés por el nombre de "Go-away-bird" (traducción libre: Pájaro lárgate) y llamado así por jugar un papel similar al de nuestras Urracas (pica pica) en la península. Así es, estas aves delatan la presencia de los predadores de forma ruidosa, incluidos los cazadores humanos, costumbre que les ha granjeado muy mala prensa entre estos.
Gavilán Chikra (Accipiter badius). Tarangire. Tanzania.
Antes de alcanzar la amplia meseta herbácea que bordea el parque por el este y dónde tuvimos la enorme fortuna de ver a un Serval (Leptailurus serval) acechar a los pajarillos granívoros que, afanosamente, se alimentan entre las altas hierbas y donde fuimos acribillados por centenares de moscas tse-tse que no nos dieron tregua en kilómetros... atravesamos un bonito bosque que nos permitió observar, junto al precioso Gavilán Chikra (Accipiter badius) y al Turaco, entre otras, especies tan notables como este Águila Marcial (Polemaetus bellicosus), que terminaba de devorar una Pintada Común (Numida meleagris) y de la que todavía se pueden ver en el pico de la rapaz las plumas de la desdichada pintada. Las plumitas de la pintada caían sobre nuestro vehículo como gotas postrimeras de una tormenta de verano.
Águila Marcial (Polemaetus bellicosus) sobre Acacia. Tarangire. Tanzania.

Corredor Escamoso Chico (Smutsornis africanus). Tarangire. Tanzania.

La sorpresa reptiliana del día: una inquietante Víbora Bufadora (Bitis arietans) cruza con lentitud la pista a nuestro paso. Posiblemente la mayor responsable de muertes por picadura de serpiente en África, pese a compartir hábitat con la letal Mamba Negra (Dendroaspis polylepis), la más venenosa de África.
Víbora Bufadora (Bitis arietans). Tarangire. Tanzania.
Camino a Manyara, atravesamos varios poblados masais, donde los niños se encargaban del cuidado de su más preciada posesión: el ganado. Vacas y, en menor medida, cabras, formaban la mayor parte de los rebaños.
Dejamos el parque conocido como el jardín de los Baobas (Adansonia digitata) con el deseo de volver para poder explorar con más calma este precioso parque, abundante en aves y fauna en general, donde reside el raro Gerenuc (Litocranius walleri), interesante homología de la Jirafa que no tuvimos la fortuna de observar.