Por fin, en agosto de 2003 pude cumplir mi sueño, lo tenía claro, mi primer viaje transoceánico tenía que permitirme hacer lo que siempre deseé: poder atravesar la pantalla de televisión para poder estar allí, con Mr. Attenborough.Desde luego el destino tenía que incluir el Parque Nacional de Corcovado, the "most biologically intense place on Earth" según National Geographic, allí donde los ceibos alcanzan los 60 metros y se esconden los últimos jaguares y harpías de América Central.
Desde un pequeño mirador próximo a las tiendas del lodge de la estación biológica Campanario (foto arriba), a pocos kilómetros de la entrada norte del parque por la Estación forestal de San Pedrillo, se podía disfrutar de esta delicia de vista, con la isla del Caño al fondo, piqueros, pelícanos pardos y rabihorcados pescando frente a la playa mientras no dejabas de escuchar el combate vocal de los monos congo tras de tí y las enigmáticas ranas cristal como melodía ambiental de fondo.Dicen que cuando deseas algo con tanta intensidad y lo idealizas como hice yo con la selva tropical (con permiso del señor Attenborough y su "rain forest") es muy posible que te defraude, ya se sabe, ¡cuestión de expectativas!, pero, honestamente, he de decir que desde que estuve allí no pasa semana que no piense en volver, en poder disfrutarlo con mi mujer, con mis hijos. No me cabe duda que así lo haré, si el destino me lo permite...
Salvar más de 2 diafragmas con una compacta
No hay comentarios:
Publicar un comentario