lunes, 16 de julio de 2012

Escarabajo Buceador (Dytiscus marginalis)

Fotograma de Dytiscus marginalis, Hoyo de Manzanares, Madrid. Se observan especialmente bien en la foto "los palpos".
El orden de los coleópteros (literalmente "alas con funda") representa el grupo animal más numeroso que existe en el mundo. Se conocen unas 360.000 especies, suponiendo, a grosso modo, como un 30% de la fauna mundial. Se piensa que estas cifras están seguramente infraestimadas. Dado que existen muchas regiones inexploradas, una estimación mejor sería hablar de entre 500.000 y 1.000.000. Sólo en la Península Ibérica tenemos unas 10.300 especies. A pesar de esta inmensa diversidad de diseños extremadamente variados que les ha permitido colonizar casi todos los ecosistemas, todos los escarabajos son fácilmente identificables por dos características comunes: el endurecimiento del primer par de alas (élitros, en algunas especies fusionados) y sus piezas bucales mordedoras proyectadas hacia adelante.
Su capacidad de adaptación es infinita. Se podría decir que, salvo el mar, ocupan cualquier biotopo. Un ejemplo de adaptación que me encanta es la del Escarabajo Buceador (Dytiscus marginalis). En agosto de 2010 pudimos capturar un ejemplar y observarlo bien en un bote de cristal. Especialmente destacables son el desarrollo de sus patas, adapatadas como remos a la natación. Una vez filmado, fue devuelto a la corriente del Manzanares, donde vive como activo cazador.

Otra de sus notables adaptaciones tiene que ver con la respiración: tanto las larvas como los adultos necesitan del aire para respirar, y lo hacen subiendo su abdomen hasta la superficie del agua, con el extremo posterior rompen la tension superficial y dejan que el aire penetre por los espiraculos. El aire también queda atrapado bajo los élitros formando una burbuja al final del abdomen que actúa a modo de reserva. Suben a la superficie entre 4 y 7 veces por hora. En el video se observa bien la burbuja, reserva de oxígeno.
Esta entrada va dedicada a Andrés, mi hijo mayor y estímulo constante para seguir disfrutando del campo en todas sus vertientes. Apunta maneras y se ha convertido ya en el perfecto compañero de andanzas. Su capacidad de observación es envidiable, nada se escapa a su atención. Posee el mayor tesoro de un naturalista: una infinita curiosidad. (el bote es suyo, es su "arma" de trabajo).

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